En primer lugar, realizamos una antropometría para calcular el porcentaje de masa grasa, masa muscular y otros tejidos, y para comparar las principales zonas de nuestro cuerpo, en términos de volumen, con el objetivo de detectar dónde es necesario perder o ganar centímetros.
A partir de ahí, ajustamos la alimentación diaria llevando un control alimenticio, revisándola una vez al mes.
Finalmente, realizamos seguimientos de la rutina de entrenamiento. Nuestro cuerpo no puede estar más de cinco semanas con una misma rutina de entreno, el músculo se acostumbra rápidamente a una rutina y puede dejar de evolucionar. Así pues, debemos adaptarla con frecuencia para evitar el estancamiento.
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